COMUNICAR ES MEDULAR EN LA GOBERNANZA.
Por Orlando Goncalves
En campañas electorales los candidatos hacen esfuerzos para comunicarse con los electores; buscando seducirlos a través de mensajes que puedan mover fibras emocionales en estos y que los acerquen a la posición política y la propuesta de determinado candidato.
Pero, una vez que el candidato llega a ser electo, la gran mayoría, olvida la acción de comunicar, y, en el mejor de los casos, trata de informar.
En términos pragmáticos se dice que, en campañas electorales, el objetivo es llegar al corazón del elector, y en comunicación de gobierno, la consigna debe ser llegarle al corazón del ciudadano. La línea es delgada, pero profunda, por lo cual hay que tener claridad en que no es lo mismo comunicar en campaña que hacerlo en gobierno.
Si entendemos que la comunicación política tiene como objetivo persuadir, comunicar, informar e influir en las actitudes y acciones políticas del público, y si un candidato lo hizo en campaña, tiene todo el sentido que en gobierno también lo haga; claro está, diferenciando la comunicación electoral, que ya ha quedado en el pasado, de la comunicación de gobierno.
En tiempos convulsos como los actuales, donde los ciudadanos no confían en los políticos, cada día se alejan más de la política, generando un sentir de desconfianza en las instituciones públicas, genera la necesidad, y casi que la obligación que los gobernantes de comunicar, si quieren comenzar a rescatar la credibilidad en la democracia, las instituciones y el fortalecimiento de su posible legado, comunicando de manera real, constante y permanente.
Ahora bien, hay que tener claridad en que el objetivo principal y fundamental de la comunicación política es comunicar, no es informar. La comunicación es un proceso interactivo y bidireccional que implica el intercambio de mensajes entre dos o más personas, buscando establecer conexiones significativas y generar comprensión entre las personas, compartiendo ideas, emociones y valores.
Por otro lado, la información se enfoca primordialmente en transmitir datos y hechos objetivos, proporcionando conocimientos para tomar decisiones informadas, sin establecer una verdadera conexión emocional con el ciudadano.
Tener absoluta claridad en estos -dos- conceptos es fundamental para desarrollar una estrategia comunicacional, alineada con la estrategia de acción de gobierno, que le permita al gobernante, el contacto permanente con los ciudadanos, y sostener con ellos un dialogo que los acerque, generando confianza y esperanza colectiva.
Para ello se utiliza una variedad de técnicas de -investigación de opinión pública- tanto cuantitativa como cualitativas, análisis de datos, escucha digital, monitoreo de medios, y de los distintos actores relevantes que puedan tener incidencia en la opinión pública, y por supuesto, una estrategia de relaciones públicas que contribuya a establecer canales de comunicación, acercamientos y confianza tanto con medios (tradicionales, digitales o alternativos) así como con representantes de las fuerzas vivas y la sociedad civil.
La comunicación política también busca mantener la buena imagen pública de un gobernante, y no hay mejor manera de hacerlo que exponiendo con la verdad y en los momentos adecuados las acciones y hechos concretos del gobierno. Nada es más poderoso que los hechos.
Para comunicar adecuadamente la acción de gobierno como soporte para una buena relación con el imaginario colectivo, se crea una narrativa que le dé sentido a la comunicación, permitiendo de manera clara, breve y emotiva, transmitir al ciudadano lo que el gobierno está haciendo por él.
Como parte integral de la comunicación está el prever posibles situaciones de crisis, -que seguramente se presentarán- y que, si se estudian y se diseñan los posibles escenarios, y los protocolos respectivos, el gobierno tendrá mayor eficiencia en la prevención o en la solución de la misma.
Lo anterior está enfocado no solo a preservar la reputación del gobernante y su gobierno, lo cual tiene una alta incidencia en la gobernanza, sino que, forma parte del proceso de reconstrucción de la confianza de los ciudadanos en sus autoridades y en la democracia.
La comunicación política es esencial para la democracia, permite a los ciudadanos y líderes políticos intercambiar ideas, información y opiniones sobre asuntos de interés común y tomar decisiones informadas.
En conclusión, en comunicación política la brevedad es la esencia de los que se quiere comunicar, para que el mensaje sea, además de poderoso y emotivo, llegando al ciudadano sin distorsión y listo para ser internalizado, volviéndose un mensaje de fácil recordación que ayudará a construir el legado del gobernante.
Comunicar entonces es vital para todo gobernante, si quiere tener éxito en su gestión y ampliar su base de gobernabilidad.