LA MARCA PERSONAL COMO LEGADO DURADERO
Por Manuela Alejandra Laynes
La marca personal es un concepto que ha ganado relevancia en los últimos años, especialmente en un mundo cada vez más digital y globalizado. Sin embargo, su esencia no es nueva; de hecho, ha sido parte de nuestras vidas mucho antes de que se convirtiera en un término de moda. Un ejemplo perfecto de una marca personal bien construida y duradera es la historia de mi madre, quien vendió comida durante muchos años en nuestra antigua colonia. Su presencia dejó una huella tan profunda que, incluso después de haber dejado ese lugar, cada vez que regresamos, las personas se sienten genuinamente felices de verla nuevamente.
Este tipo de reconocimiento no se construye de la noche a la mañana. Requiere años de consistencia, compromiso y, sobre todo, autenticidad. Mi madre no solo vendía esas delicias culinarias, también construía relaciones, se preocupaba por sus clientes y se aseguraba de que su servicio fuera impecable. Su marca personal no era solo una cuestión de ser conocida; era ser recordada con cariño y respeto, un logro que cualquier profesional debemos aspirar a alcanzar.
La marca personal, como lo demuestran historias como la de mi madre, no se limita al ámbito digital o corporativo. Es la suma de cómo actuamos, cómo tratamos a los demás y cómo somos percibidos por quienes nos rodean. En el mundo empresarial, una marca personal sólida puede abrir puertas y generar oportunidades que de otro modo no existirían. Pero, como lo muestra la historia de mi madre, también puede crear un legado duradero que va más allá de las transacciones comerciales.
Esto nos enseña que una marca personal fuerte se basa en valores humanos fundamentales, como la honestidad y la empatía, cualidades que resuenan profundamente con las personas y que, al final del día, son lo que realmente perdura.
La literatura nos facilita muchos elementos para que podamos desarrollar nuestra propia marca personal, por ejemplo, en «Marca Personal para Dummies» de Andrés Pérez Ortega, se exploran estrategias prácticas para construir y mantener una marca que resuene con autenticidad. Por otro lado, «El Arte de la Marca Personal» de Javier Yuste aborda cómo nuestras interacciones cotidianas y nuestra presencia en línea pueden influir en la percepción que los demás tienen de nosotros.
En el ámbito presencial, historias como la de mi madre demuestra que una marca personal no tiene que ser grandiosa o sofisticada para ser efectiva. Lo que importa es la consistencia con la que se vive y se proyecta. Cada interacción cuenta, y es a través de esas pequeñas acciones diarias que se construye una reputación sólida. Este enfoque, que podríamos llamar «marca personal desde el corazón», tiene el poder de trascender el tiempo y las circunstancias, dejando un legado que, como en el caso de mi madre, sigue vivo en la memoria de quienes la conocieron y apreciaron.
En resumen, la marca personal es una herramienta poderosa, tanto en el ámbito profesional como en el personal. Al igual que mi madre dejó una marca indeleble en su comunidad, todos tenemos la capacidad de construir una marca que nos represente de manera auténtica y que deje un impacto positivo en quienes nos rodean. Es un legado que, bien gestionado, perdura mucho más allá de nuestra presencia física. Esta es la verdadera esencia de una marca personal: una identidad que, más allá de lo que haces, refleja quién eres y cómo haces sentir a los demás.
Me parece un excelente aporte para la reflexión y, de manera contundente, volver al valor antiguo de la persona humana, su estilo propio de ser, su empatía con los demás y sobre todo el respeto a la integridad personal.